chile, que pena me das

lunes, 8 de febrero de 2010

Chile ¡Qué pena me das!
Ver los cuerpos con hemorragia aguda bajo escombros de sus equivocaciones, cuerpos aplastados con enormes bloques de cargos públicos como sobrevivientes inmovilizados, incluso esperando la ola mortal y mental del sunnami callejero, el famoso ¿ qué dirán ¿cuando lo vean en la lista de desaparecidos del poder? ¡Oh, que dolor! ¡Qué tristeza! , cuando empiece a amanecer y le pregunte su mujer por la foto que olvidó en su oficina y la de su hijo, ¡ la única! que guardaba cuando cumplió un año.
¡Que pena me da! Ver como la “Avenida Pedro Montt sigue siendo un gran centro social y ya no la concertación! Cuando entre empanadas y vino tinto se repartían los panes del gobierno y cada séquito presentaba su prontuario bajo estricta ceremonia de lealtad al lote. ¡Oh que pena me dá!
Nunca olvidaré este terremoto ocurrido casi junto al de HAITÍ, y ¡Que pena! Chile me das casi sin tropas, ni indios para rescatar a sus caciques moribundos y solitarios cuya voz de ultratumba no conmueve porque nadie les cree que después del desastre quedaran mal parados, ni siquiera les quedó un perro que lo olfatee, porque precisamente por su gran olfato viajaron antes a rescates reales.
Oh Chile que pena me das
Oir por todas partes el ¡Ayúdeme usted compadre a gritar..! y nadie ayuda, más aún, el deprimente comentario popular; Ah, pero si esto es un castigo de Dios y como estos infelices no creen en Dios tampoco resucitarán al tercer día y otros peores, ¡ OJALÁ! Sigan guardados ahí por cuatro años y ¡OJALÁ! sin salida dominical ni para las elecciones municipales y etc. y etc.
Y digo yo ¡Qué pena me da! Porque oí decir; a los grandes comentaristas chilenos esos cerebros inmensos que estudiaron en el extranjero, ,que ellos leyendo su catecismo encontraron en sus versículos ocultos que esta catástrofe ocurrió porque lo hicieron demasiado bien y por tal razón me temo otra catástrofe y quizás peor y pronto, porque Piñera dice que lo hará mejor.
Yo quiero invocar a naciones unidas para auxilio de las víctimas y evitar posibles pestilencias por el barrio con tanto cuerpo abandonado y sin voluntario para el entierro. Es tanto mi temor y el temor de otros que nadie quiere hacer leña del árbol caído, ni siquiera la señora juanita por el último temor a que no ardan las astillas.
Que pena me da que veinte años no es nada ya no se cante y volver a los 17 se ponga de moda
Que pena, que pena me da.
Nota: libros consultados: Lucho Barrios, Violeta Parra, tangos y cuecas antiguas, obviamente sin incluir la cueca del guatón Loyola, porque el bien informar no trata de ofender a nadie.
pedroparedesleiva@hotmail.com 17/1/2010/natales

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